lunes, 13 de septiembre de 2010

LA TAYU Y EL PAPEL DE JAPON

He tenido la suerte de cruzarme en mi camino con Masako Uchino, aprendiz de Tayu ( y otras cosas que ahora contaré)




El Tayu, para situarnos, es quien recita el Gydayo-bushi, que es el texto que oímos durante una representación de Bunraku.

Dicho texto se recita en un tono poético dramático y describe la acción, así como el entorno en el que ésta se desarrolla, acompañado siempre de la música del Shamisen.

El Tayu y el músico de Shamisen tienen que estar muy bien compenetrados y su relación viene a ser como la del guitarrista y el cantaor ( otra vez, referencias al flmaneco)

El tayu interpreta a todos los personajes que aparecen en escena y debe desarrollar una técnica particular de canto.
Su voz debe salir del diafragma y para ayudarse, deben colocarse en una postura especial y nada cómoda , cuya práctica forma parte de su entrenamiento.




Masako me invita a asistir a su lección de Tayu con la grandísima maestra Toyosawa Machiko, una mujer con una energía y una fuerza increíbles y que toca con una pasión tan grande que las cuerdas de su shamisen saltan de tanto en tanto.



Y tras la lección , Masako me tiene preparada una gran sorpresa...

Nos vamos a la montaña, a un remoto lugar de una belleza increíble y al que es difícil acceder si no conoces el camino. Allí Masako tiene un acogedor taller donde trabaja haciendo Washi, un precioso y muy valorado papel artesanal de Japón con el que se hacían antiguamente las puertas correderas de las escenografías de Bunraku.

El lugar donde se encuentra no es casual: es donde el agua es más pura para que el papel sea de la mejor calidad.
Cerca de allí además, se obtiene el Indigo, el tinte natural característico de la región de Shikoku, un azúl marino bellísimo que Masako y su maestro guardan en grandes tinajas donde tintan el papel.



El proceso de fabricación del papel es totalmente artesanal y sin ningún tipo de producto químico. Todo es absolutamente natural.
Masako me explica cada uno de los pasos que hay que dar bajo la mirada atenta y clara de su maestro, un hombre de 80 años que acaba de llegar de recoger el arroz y que tiene ojos y sonrisa de niño.
Y así nos pasamos la tarde, haciendo papel hasta que los dedos se nos quedaron arrugados.





Pero todavía hay más sorpresas...

Segimos un camino río arriba, entre rocas enormes llenas de musgo y árboles frondosos y retorcidos y de repente, como surgido de la nada, un teatro de Bunraku abandonado junto a un templo solitario.



No podría explicar la atmósfera que se respira en ese lugar , ni creo que este sea el lugar para contarlo, pero sin duda fue el broche final perfecto para esta etapa en Tokushima.

Gracias mil al señor Tsujimoto, a Masako Nakauchi, a las chicas del Sambaso, a Catalina (qué hubiera hecho yo sin ella!! ), a Masao, a Toyosawa Machiko, Keiko y como no, a Masako Uchino, por su hospitalidad y generosidad y por compartir conmigo tanta sabiduría.

Arigato Gozai mas...

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